miércoles, 10 de febrero de 2010

Rebeca y Gonzalo

Un simple si o no, que cambia tu vida…

Quieres ir a tomar algo? –le escuché decir.

Pude haberme disculpado diciendo que tenía varios pendientes que debía terminar, pude decir que era tarde y que tenía muy temprano que ir a trabajar, haber pronunciado un simple no, gracias, tal vez en otra ocasión…Pero algo en mi me impulso…algo en mi rescató esa simple y sencilla palabra- Si-dije sin más.

Conozco un café cerca de aquí-dijo-es pequeño pero bastante acogedor.

En ese momento mi mente no pudo evitar imaginar todas las conquistas que pudo haber llevado a ese lugar, visualizaba mujeres altas y delgadas colgadas de su brazo con un porte elegante al caminar, aquellas intelectuales que hablaban de economía y de las noticias a nivel mundial.

Caminemos-me dijo-no es necesario ir en auto, además podemos tomar un poco de aire y a su vez disfrutar de una pequeña caminata.

Si, me parece bien-dije con voz baja, evitando mostrarme emocionada.

En el camino al lugar no sabía que palabras pronunciar, temiendo parecer aburrida, le comenté un poco acerca de mi vida, del trabajo y una relación amorosa que había llegado a su final.

Un silencio incómodo apareció, los minutos pasaban lentos, yo solo deseaba haber dicho, no gracias; pero para ese momento ya me encontraba atrapada en esa situación sin poder escapar.

Llegamos a nuestro destino, al aire libre se escuchaba un hombre tocando suaves melodías que permitían a los visitantes conversar tranquilamente, las mesitas de café separadas por algunos pocos centímetros, velas blancas encendidas y un aroma a café de grano llenaba el lugar.

Dónde quisieras sentarte? -me preguntó. Donde tu quieras-le dije. Me sonrió y moviendo con cuidado una silla me hizo una seña para que tomara mi lugar.

Observaba a mi alrededor parejas, no sabía de qué platicaban, pero parecían tener naturalidad en su trato y cierta paz en su hablar. En secreto las envidiaba un poco.

Hacía tiempo que pasaba tantos momentos sola observando aquella luna que se paseaba todas las noches por mi ventana, me había acostumbrado a la soledad, pero esa noche era diferente, estaba acompañada, él quería pasar conmigo esa velada.

Esa noche había dicho si, esa noche no planeada, ni esperada.

Esa noche sin siquiera saberlo un nuevo capítulo comenzaba....




Gonzalo y Rebeca

Invitación...

En ese momento la vi caminar y pasar de largo enfrente de mi lugar,
traía su cabello suelto, dejando un olor agradable en su andar.

No sabía como decirle, tal vez ya tendría planes para esa noche...

¿Quieres tomar algo? le pregunté con miedo..La noté titubear unos momentos.

Si-respondió.

Conozco un café cerca de aquí, es pequeño pero bastante acogedor- le dije, al mismo tiempo que me preguntaba si ese lugar sería adecuado para ella, no conocía sus gustos, ni los lugares a los que solía frecuentar, había ido en una ocasión cuando un día de lluvia me dejó atrapado en esa calle en particular.

Dejando atrás mis pensamientos y mostrar cierta seguridad le dije: Caminemos, no es necesario ir en auto, además podemos tomar un poco de aire y a su vez disfrutar de una pequeña caminata.

Si, me parece bien- dijo ella. Noté su indiferencia, acaso le daba igual? Intenté ver en sus ojos una muestra de interés, sin embargo su mirada contínuamente desviaba hacia otro panorama.

Mientras caminaba me platicaba acerca de su vida y su pasado, sin poner mucha atención en lo que decía, la observaba, como hablaba, como sonreía. No podía evitar sentirme afortunado de tenerla a mi lado, aunque fuera solo esa noche, solo unas horas para conversar.

Llegamos al café, era como lo recordaba, lo único diferente era un señor de mediana edad tocando un pequeño violín creando un ambiente que, en su rostro vi que le agradaba, punto a mi favor.

Donde quisieras sentarte?-le pregunte viendo los lugares vacios del lugar.

Donde tu quieras - respondió, elegí una mesa donde se escuchaba la música con un volumen agradable, la cual también nos permitía conversar en tranquilidad. Acerqué una silla y la invité a sentar.

La luz tenue de las velas invadía su rostro aclarando su belleza, el contorno de sus labios que me invitaban a besarla, el brillo de sus ojos que desprendían sinceridad, esa sonrisa tan particular que contiagiaba felicidad..

Ya no recordaba hace cuanto no me sentía así, me había convertido en una especie de ser sin vida, una persona con muchas exigencias sin nada de diversión, mi vida consistía en ir a la oficina y por las noches ver televisión...pero llegaba ella a mi vida y sin quererlo le inyectaba un toque de emoción..

Recordé por un instante que no iba a preguntarle, iba a silenciar por siempre aquella invitación..

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